jueves, 29 de noviembre de 2012

Festival Indio Emergente Guadalajara, sábado: Día dos (y último para mí), Band of Skulls y Passion Pit


El sábado llegamos más temprano que el día anterior y alcancé a ver la presentación de Anita Tijoux una rapera chilena a la que están programando más o menos en la radio. La morra mostraba una enorme barriga en avanzado estado de gravidez y a pesar de que no me gusta el hip-hop, se me hace chido que en Chile haya una movida rapera exitosa. Anita estuvo un rato tirando versos y consignas revolucionarias hasta que alguien aventó algo al escenario, ella aprovechó para tomarlo como una ofensa contra los mensajes de sus canciones y mostrarse como mártir de la libertar de expresión al decir que aunque le avienten lo que le sea, nunca la podrán callar (¿?).

Las edecanes que se paseaban mostrando las nalgas disfrazadas de cerveza Indio. La afluencia aumentó considerablemente a la del viernes, llegando a presentar en su punto más álgido unas 3 veces más que el tope del día anterior, por lo tanto, el porcentaje de chicas lindas también se incrementó. Sin embargo, la edad de la audiencia era considerablemente menor, pubertos everywhere.

Band of Skulls salió a escena, un power trio con chica al bajo, como dictan los cánones. Si el día anterior solo conocía al The Shins, para esta fecha no ubicaba absolutamente a nadie, ni siquiera me había topado sus nombres en internet. Su estilo me pareció semejante al de los White Stripes a pesar de que venían de Southampton, Inglaterra. Unos morritos compartían un special brownie, supongo para que les hiciera digestión cuando saliera la siguiente banda. Todo mundo checaba sus cells sin prestar atención a la música en tiempos donde es más importante hacer check-in para que tus redes sociales sepan que fuiste al concierto, que el concierto en sí, llevando al extremo la frase “pics or it didn't happen”; Una juventud sin actitud en el reinado de la apariencia, el consumo rápido y el hype temporal (depeche mode). Los Band of Skulls hacían su esfuerzo por rockear y llamar la atención en el escenario a pesar de que no son la gran cosa y que dentro de 10 años nadie los recordará.



Después de dar el roll y recargar cervezas para la siguiente banda, nos sentamos a mirar el desfile de minifaldas, mallas y shorts que hacían acto de presencia aunque el frío era más intenso que el viernes y mientras veíamos ese espectáculo, recibí uno de los mejores consejos que he escuchado en mucho tiempo: No dejes que tú hijo te presente a ninguna novia antes de los 25 años, a la chingada con los compromisos y formalidades cuando se es joven, que se coja a la mayor cantidad de chicas que pueda.

Passion Pit (de quienes no sabía nada) comenzó el concierto con todo, con lo que me dijeron que eran sus canciones más populares, logrando el momento más prendido del festival, vamos, no es como si las bandas del cartel fueran las más prendidas del mundo; de inmediato se alzaron los celulares y la gente bailaba y brincoteaba por todas partes, parecía que todos se la estaban pasando muy bien, la audiencia realmente se divertía. Pero la neta, su cotorreo se me hizo muy adolescente, como si la música Emo hubiera tomado antidepresivos y hubiera evolucionado en esto, una onda Pop tan edulcorada que me empalagó, hasta me dio pena sacar el hitter ante tanta alegría y festividad, pero me aguanté la pena y la música de los niños entonces no me padeció tan puteada. No me hagan caso pero el bato cantaba lo hacía tan bien, tan nítido, que parecía playback.



Como ahora el slam es políticamente incorrecto, los cagazones de seguridad bajaron a unas chavas que miraban el concierto en hombros y recordé la vez que me sentaron y me obligaron a ver el concierto de los Pixies en mi lugar en el Audotorio Telmex. Times they are a-changin y yo que no me acostumbro, chingadamadre.

A pesar de todo, me parece excelente que se hagan festivales como este, con bandas nuevas o que se mantienen vigentes ya que está de moda que los festivales sean encabezados por grupos de antaño en su reencuentro que cuando vivieron sus momentos de éxito no se dignaban a pisar nuestras ciudades; sin duda, festivales como el Indio Emergente refrescan el panorama de los festivales musicales de nuestro país para descubrir grupos no tan conocidos, y descentralizar del DF la oferta conciertera.

Ya para el tercer día del festival rolé mis boletos a un par de chicas que estoy seguro que los disfrutaron más que yo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Festival Indio Emergente 2012: Portugal The Man y The Shins en Guadalajara



Una de las cosas chidas de escribir en un blog de música (además de la fama entre las chicas) es que tienes acceso a conciertos chingones NOT, por lo tanto, después de un mal año en asistencia a conciertos, decidí ir al Festival Indio Emergente 2012 y tuve que conseguirlos como el resto de los mortales ¿Comprándolos? No way José (su costo era de 400 por cada día del evento, 1,000 por el festival completo), por lo que tuve que aferrarme a la radio para ganarlos adivinando canciones con un poco de ayuda de Shasam.

No me avergüenza admitir que desconocía a la gran mayoría de las bandas que se presentarían y básicamente solo sabía de The Shins y Feist. El festival sería en una zona nueva de Guadalajara, en un club hípico anteriormente rodeado de muladares y tierras de cultivo que ha sido tragado por la mancha urbana a través de una vía de acceso alternativa en la prolongación de la avenida Colon, a los albores de Tlajomulco.

¡Vaya que los de la cervecera no repararon en gastos para una gran producción! La totalidad del sitio estaba empastado, al fondo, un enorme escenario flanqueado por dos pantallas de iguales dimensiones, transmitían a la banda que tocaba y que a primera oída me sonaron a glam metal o algo así (¿?) , pero mientras nos dirigíamos hacia el pequeño grupo de personas que los veían tocar, un ejercito de vendedores de Red Bull y cerveza (solo vendían Indio, ni siquiera Tecate o XX, pretendiendo reposicionar una marca que no tiene preferencia en esta parte del país) se postraron frente a nosotros y a pesar de que la tarde refrescaba, realmente se antojaban unas heladas. 

Las hermosas edecanes te retaban a adivinar a los grupos del festival en una Ipad. Sin poder echar mano esta vez del Shasam, fallé todas las respuestas hasta que la chingadera se trabó. La edecán me ofreció intentarlo de nuevo y reinició el aparato (mmm pinche Apple ¿no que muy chingonas sus fregaderas?), jugué otra vez con iguales resultados, no atiné ninguna y la Tablet se volvió a trabar, así que la morra de todos modos me dio el premio que era escoger un sobre en una de esas máquinas expendedoras de alimentos, mi regalo resultaron ser unos lentes oscuros, pero también había pelotas y anillos de leds y de esas barras que brillan en la oscuridad.

Después de las distracciones pudimos acercarnos al escenario, aun no sabía quienes tocaban pero nada que ver con el glam metal que creí escuchar en la entrada; un grupo de hipsters vestidos como ñoños rockeaban en el entarimado, aunque el bato tenía voz de maricón. Le pregunte a unas niñas a mí alrededor y me dijeron que eran Portugal the Man. Me pareció reconocerles algunas influencias del britpop de los 90´s pero en general su estilo era “Lindie” (Indie medio afeminado, bueno, si es que se puede más), supuse que se llamaban Portugal cuando el vocalista cantaba y The Man cuando se ponían a tocar, porque se aventaron una versión bien ponchada de 9 minutos de “Helter Skelter” que me ganó de inmediato. Portugal the Man tocan chido, para mí, fueron la sorpresa del festival, se tomaron su tiempo en su presentación y se notaban excitados por ser la primera vez que tocaban en suelo mexicano (al igual que Los Shins). 

Además a los batitos les gusta improvisar, unieron algunas de sus canciones a través de prolongados jams donde se permitían el atasque, bueno, no tanto, ni que fueran Sonic Youth, pero los geeks esos podrían no tener la apariencia, pero sí la actitud. Terminaron el gig con una adaptación de “Hey Jude” echándose a los pocos asistentes a la bolsa.

Entre bandas, cuando no había nadie tocando, el sonido local ponía muy buenas rolas invitándote a dar el rol para conocer el lugar. La zona VIP estaba llena de muebles vacíos hechos exprofeso para el evento, un área grande de comida y varias combis-jardines donde se vendían playeras y la revista Warp (no sabía que todavía existía). Las chicas se tomaban la obligatoria foto para instagram, la gran mayoría de los pocos que estábamos ahí eran mujeres, y cuando hablo de mujeres en Guadalajara no me refiero solamente al género femenino; hermosas bellezas vestidas al último grito de la moda, shorts diminutos y botas, minifaldas, mallas de leopardo, tacones, piel, mucho lipstick y maquillaje. A los costados, unos grafiteros terminaban unos murales, y las chicas se tomaban fotos como modelos en una pasarela. 

Llegó la hora del refil y prepararse para los Shins, la vendedora de cerveza me comentó que estaba preocupada porque esperaban mucha más gente, de seguir la cosa así, ella no regresaría al siguiente día a trabajar ya que les pagaban por comisión. La entrada no parecía mejorar, unas 600 personas nos acercamos al escenario esperando la salida de los de Oregon. Un bato con dos morritas fumaba un churrito, con el frillito vaya que se antojaba. Cuando le pedí un touch el bato me dijo que no tenía (¿?) y se lo pasó a una de las morras, pero ella me lo roló justo después de darle un par de caladas. Le di las 3 de ley y me acomodé para el inicio del concierto. 

La actuación comenzó con “Caring Is Creepy”. Los ñoños, mirreyes, hipsters y chicas se aglutinaban al frente, pero con un poco de patanería y callo slamero me abrí paso fácilmente hasta la primera fila. Hacía mucho tiempo que no estaba tan cerca en un concierto. Continuaron con “Australia” y “Simple Song”, miré alrededor y la mayoría actualizaba sus estatus, subían fotos o simplemente platicaban; Ahora el slam es políticamente incorrecto en los conciertos, en lugar de armarse mosh pits, se hacen círculos de discusión y debate. Unos mirreryes cubs festejaban con tequilas (también vendían licor), me pregunté como les habían vendido alcohol a menores y uno de los vendedores de cerveza corría de regreso con sendos tragos que los chamacos le habían encargado a cambio de una buena propina. 

Apenas me había dado cuenta de que estaba completamente rodeado de pubertos y jovenzuelos que presenciaban una banda a la que no les había tocado escuchar su maduración, la juventud me quedaba muy lejos, me cayó la momiza. Yo era el más ruco de los que estábamos ahí, bueno, no, el más viejo era James Mercer quien se ponía la guitarra acústica para aventarse “New Slang”.

A pesar del frío, los Shins se despojaban de chamarras para disfrutar el agradable clima de la ciudad (para ellos, los tapatíos nos la pasamos quejándonos por el frío, o el calor, o si está “al tiempo”) y la luna brillaba en zenit del cielo, todo mundo sabía los coros y cantaban “Sing-along”, un grupo de chavos aventaban sus amigas por los aires y otras se subían en hombros.  Cuando tocaron la última canción, “September”, alguien aventó una pelota de led que uno de los músicos bateó con su guitarra y rebotó dejando una estela de arcoíris hacia una pareja a un lado de mí. El chico la regogió del suelo y apoyándose sobre su rodilla le pidió a la morra que fuera su novia, no sé si ya tenía pensado aventársele esa noche, pero encontró el momento perfecto para que su acompañante le dijera que sí, cerrando el trato con un profundo beso.