Al día siguiente se levanta con una cruda espantosa, los muebles habían cambiado totalmente de lugar y la alfombra tenía otro color. Su esposa e hijos no lo esperaban para desayunar, desde que se fue a vivir con ellos había sido una presencia incómoda para todos (hasta para el perro), especialmente con su hijo, con quien en definitiva no había podido establecer un vínculo de ninguna clase, pero la búsqueda por formar una familia funcional era lo que los tenía llevando esta parodia. Los periódicos matutinos reportan a otro niño desaparecido, el doceavo desde que Bret llegó al pequeño pueblo de Connecticut, todos varones, todos de la edad su hijo Robby, no se había descubierto ningún rastro, simplemente estaban desapareciendo.
Bret no tiene mucho que hacer, su rutina se limita a asistir con su psicóloga y una consejera matrimonial junto con su esposa, e impartir una clase a la semana en la universidad local, el resto del tiempo escribe una novela llamada Conejito Adolescente (se iba a llamar ¡Puta Mierda! Y se trata de un Thriller pornográfico) que va sobre un soltero joven y moderno de Manhatan y sus aventuras eróticas de toda clase de perversiones, pero no puede avanzar porque ha estado recibiendo unos extraños correos provenientes del banco donde se encuentran las cenizas de su padre (guardadas en una caja de seguridad), los cuales comenzó a recibir desde su cumpleaños, a la hora exacta en que murió.
Por eso mejor va a la universidad para avanzar con la revisión de textos de los alumnos de su taller literario y ver a su alumna para ver si por fin se dejaba coger. Pero la morra nomás no soltaba prenda hasta que llego un bato a la oficina para que le autografiaran un ejemplar de Menos que Cero, su nombre era Clayton (al igual que el personaje de Menos que Cero) y Ellis lo reconoció como el tipo disfrazado de Patick Bateman en la fiesta de halloween, pero no le dio importancia, cuando lo ve alejarse, conduce un Mercedes Benz igual que el Bret tenía cuando era joven.
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