martes, 11 de noviembre de 2008

¿Tienes el valor o te vale?























Guardábamos lugar para la presentación de NIN mientras un grupo (que no recuerdo su nombre) de música electrónica tirándole al saico tocaba en el otro escenario, el ambiente festivo droguipeaceandlove de los Flaming Lips se había esfumado y la música y la impaciencia malvibraban el ambiente.
Estaba sentado junto con Flor rodeados por un montón de gente cuando todos comenzaron a recorrerse para atrás cuidando no pisarnos pero nos levantamos de inmediato a ver qué pasaba. Pensé que se estaba armando el mosh pit pero era ridículo porque la música (aunque un tanto agresiva) sonaba bastante lejos de donde estábamos y yo nunca había visto slam en ninguna rave.
A unos cuantos metros de nosotros un par de imbéciles se estaban agarrando a madrazos y otros trataban de separarlos a punta de chingadazos. Flor, asustada, me decía que nos alejáramos, que nos fuéramos de ahí, pero no me moví a ningún lado.
No era el habitual morbo lo que hacía quedarme a ver qué pasaba, no, algo en mi interior me impulsaba a intervenir así que sin pensarla mucho, fui a donde se estaban peleando y agarré a uno de los cabrones por la espalda, después de todo, no era la primer vez que me metía a una pelea que no era mía. Además, yo, de pendejo, no me había acordado de quitarme los lentes que me había puesto para ver mejor a Trent y su banda y el bato que agarré me soltó un leve chingadazo en la cara tumbándome los lentes. Quien sabe como le hice que los agarré en el aire y me puse a pensar que había sido un tonto por meterme en una pelea imbécil; Cuando llevas algún tiempo jugando fútbol, te das cuenta que seguido tienes que encararte para defender a algún compañero, pero en este caso no era ningún compañero, ni siquiera un conocido, era un cabrón al que si probablemente lo hubiera conocido en otra circunstancia me hubiera caído mal, que para mí no valía ni un centavo y no hubiera hecho nada por él, pero ya estaba metido en esto, recibir putazos gratis no es lo mío, pero ya estaba metido.
Flor me miraba preocupada pero la verdad es que el guey ni siquiera me había pegado, cuando otro bato que estaba viendo de cerca lo que pasaba gritó:
—Ya cabrones ¡Cálmense!— y le soltó una pata con la suela de sus zapatos en la mera cara,
—No le pegues guey, ya no le pegues!— Le grité al valiente entrometido y como que alcanzó a agarrar la onda que no estaba chido soltar putazos nomás porque la ocasión se prestaba, y se fue para atrás para fundirse y desparecer con la masa que contemplaba el espectáculo.
—Soy compa, soy un amigo— Le dije sin soltar nunca al bato que tenía agarrado y lo jalé lejos de la bola humana de odio en la que nos encontrábamos, no opuso resistencia, pero el otro guey con el que se estaba peleando se le aventó a las piernas tratando de pegarle y el bato que yo traía lo recibió con una bola de patadas, los demás gueyes que estaban metidos en la bronca se dieron cuenta de que todo ya había terminado y jalaron al guey para otro lado.
Como pude nos pusimos de pié y jalé al bato hacia donde estaba Flor pero no llegamos con ella, nos abrimos paso entre la multitud y cuando estuvimos un poco alejados utilicé un antiguo truco Jedi que me enseño la abuelita del Choco, pasé la mano por delante de su rostro y le dije,
—Tranquilo guey, ya se acabo— Pero el bato todavía con el alma llena de adrenalina balbuceaba:
—jodsuchingdamadre ¿dnd sta?
—No sé guey, pero tu tranquis, ya estuvo, saliste limpio, no traes más que el labio hinchado— Y era verdad, a pesar de que se estaban pegando duro, al cabrón solo le escurría de la boca un hilito de sangre que ya se había secado.
—Y el otro cómo quedó—Dijo bastante tranquilo.
—No sé, no lo alcancé a ver.
El bato pareció regresar en sí y se tocaba todo el cuerpo para cerciorarse que estaba completo, pero entonces se dio cuenta que le faltaba su zapato. Miré sus pies y en uno llevaba un Nike café que si bien no lucía nuevo, tampoco estaba tan madreado, en el otro solo portaba un calcetín, volteé a donde se había llevado a cabo la pelea y ya no se veía al contrincante, de hecho, no había nadie parado en ese lugar, como si la gente no quisiera acercarse. Mta, que hueva, ahora este pendejo me va a poner a buscarle su zapato, pensé y le dije:
—Pues si quieres ve a buscarlo. Ya se calmó todo el pedo.
Y el bato pareció pensarlo durante un segundo y luego dijo
—Chingue su madre.
Se quitó el otro tenis y lo arrojó con todas sus fuerzas adelante, donde se encontraba la multitud. Orgulloso de su decisión, se marchó con el pecho erguido lejos del escenario, esperando que su zapato al menos haya golpeado a alguien.
Por mi parte, yo pensé que lo que hice hubiera sido lo mismo que hubiera hecho el Hombre Araña y me sentía como una especie de héroe.


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