miércoles, 16 de abril de 2008

Se acaba la papa, se acaba el maíz

… se acaba los mangos, se acaban los tomates


Foto Hartística

Algunas personas ;) por ahí andan rasgándose las vestiduras porque ya no van a sacar cartuchos para las cámaras Polaroid (digo, yo también me azoto durísimo pero por unas ondas metafísicas existenciales que no comprenderían [y no es tanto por pedos de dinero como deje entrever en el post pasado (el pedo fue que ese preciso día no traía los 5 baros para el camión, snif)]), digo, las polaroids están muy chingonas, así como con onda retro y se revelan solas, salen en las películas cuando alguien cool entrevista a unos gueyes y les saca instantáneas para anexarlas a una especie de expediente, son muy útiles para hacer fotos porno sin pasar por el penoso trámite de que quien las revelara viera encuerada a tu vieja (además había un mito urbano que decía que en los centros de revelado no te entregaban ese tipo de fotos, que se las quedaban), y en fin, se prestan mucho para la onda artística (ahista el No Code de Pear Jam con varias polas donde venían las letras en la parte trasera) pero siendo sinceros, todos o casi todos tuvimos una de estas cámaras y la usamos muuuuuuuy poco. Las razones pues son varias, la cámara es muy bromosa, que los rollos son muy caros o lo que quieras. Lo que si puedo decir es que las cámaras ahí estaban empolvándose y parafraseando a mi abuelita “lo que no se usa, a chingar a su madre”. Además, las cámaras digitales son mucho más chingonas (en aspectos tecnológicos y funcionales, ya se que en la onda artística, nostálgica, retro, kitch o lo que sea, no) y yo estoy a favor de las revoluciones, de destruir y reconstruir lo viejo y obsoleto para ir a otra parte (no digo hacia adelante, solo que las cosas se muevan a donde sea pero que se muevan) y de deshacerte de los tiliches que no sirven para nada.



…se acaban las ciruelas, se acaban melones

Apenas acababan de cumplir 14 años. Vivió rápido, murió joven y dejó un cuerpo hermoso

También en recientes días no sé si se enteraron de la desaparición de la revista La Mosca en la Pared. Cuando yo me enteré sentí culero, como con ganas de llorar, algo así como cuando se murió Kurt Cobian (¿así se escribe?) o Layne Staley (el de Alice in Chains), algo así pero tampoco tanto; ya tenía muchos años que no compraba la revista, sin embargo no tengo por que negar ni avergonzarme de que fui gran seguidor durante mucho tiempo.
Me gustaba ir a los puestos de revistar a hojear comics y excitar mi pilín con las portadas de las revistas pornográficas y fue entonces cuando la vi, me llamó la atención el diseño de su título, que Kurt Cobain (ya chequé el nombre, gracias) se revolcaba en el suelo atormentando su Fender y la textura del papel que parecía como de periódico pero a colores y mas brillocito, además, colaboraba José Agustín (creo que era la número 4) y otros batos que con el paso de los años fueron delineando mi gusto musical (Hamlet Ultrapeluche, Rogelio Garza, Erick “poncharelo” Estrada, Buba de José Quintero, Eusebio Ruvalcaba y las pachecoaventuras Armiados Güeva Vil); no utilicé la palabra “formarlo” porque con eso desacreditaría todo el esfuerzo que puse, y he puesto, para escuchar y descubrir por mí solito nuevos sonidos que me llegaran al corazón.
De hecho algo que me cagaba de esa revista era el Buzón de Mamá Mosca donde todos los que mandaban sus cartitas no tenían ni un gramo de sentido crítico y se volcaban en elogios a la revista por haberlos sacado de su ignorancia, como si estuvieran catequizando indios, y a la mejor sí lo hacían, pero pues no me gusta las poses aleccionadoras y no es que la revista la tomara, más bien los lectores se la enjaretaban, además otras cosas que me cagaban eran los artículos de Sergio Monsalvo, quien solo escribía de bandas que solo en casadesuputamadre los conocían (a la mejor si estaban chidos pero en aquellas épocas en el internet todavía no cuajaba chido y no había modo de averiguar) y la Patricia Peñaloza (la groupie más famosa de México) que escribía sus patoaventuras como si de un puto blog se tratara y finalmente las editoriales de Hugo García Michel con el que en pocas ocasiones estuve de acuerdo; en fin, las moscas vuelan sobre la cagada. En general se podría decir que debido a las anteriores cuestiones fue que dejé de comprar la revista.

Pero de ahí en más no tengo mucho que criticar, al contrario, atesoro la pila de revista que guardo junto a los discos en el mueble donde está mi estéreo. Y aquí aplica otro de los dichos de mi abuelita Pachita (porque así se llama mi abuelita, bueno, en realidad se llama Francisca pero le decimos Pachita de cariño) “Todo por servir se acaba” y al menos para mí la Mosca había acabado hacía tiempo, ahora compro la R & R (que vendría siendo como su sucesora) pero ya no soy tan fan como con la Mosca y solo me hago de los números donde salga algo que me interese en la portada.

Lo que si es que cuando me enteré de que había salido el último número corrí desesperado al puesto de revistas más cercano para comprar mi ejemplar, no quería quedarme sin una copia del final de una historia de la que siento que fui parte. Hoy, a un mes después de aquel día, todavía encuentro copias de ese último número de la Mosca en la Pared y siento tristeza porque a la mejor para el resto de las personas, la revista no significó tanto como para mí.

*Nótese que se evitó el uso de la palabra irreverente para describir el estilo de esta ahora legendaria revista.


…se acaba la sandía y se acaba el aguacate


Gigantic a big big love


Lo que si me agüitó culero fue la desaparición de la tiendas Gigante, chale, pinches Gigantes estaban chidos, ¿a poco no conocen a varios morritos a los que una de sus primeras palabras fue Gigante?

Gigante se convirtió en una definición genérica para describir las tiendas de automercado o superservicio o sepa la chingada, todas las tiendotas eran Gigante, la Comercial Mexicana, el Aurrera, el Wal-Mart a todas se les decía Gigante, algo así como el Pan Bimbo (como olvidar aquella puntada de Lalo [el de Lalo y Lagrimita] promocionando el Pan Bimbo Wonder). Además era la única que todavía utilizaba el sistema del porcentaje de descuento aplicado directamente al producto, y no se andaban con las mamadas de 30% de descuento en monedero electrónico o que en la compra de tal pendejada te dan nosecuantosputos puntos, o de plano hay tiendas donde te dejan ir todo el precio al costo, sin descuento y sin vaselina y además tienes que comprar un pinche paquetote que te durará para todo el año y no tienes ni donde guardarlo en tu casa.
Yo tengo varios buenos recuerdos (y uno malo porque me cacharon robándome unos M&Ms y pase una humillación publica de la que todavía me da pena acordarme), gran parte de mi colección musical fue adquirida en esa tienda cuando ponían todo el departamento de Discos al 50 por ciento de descuento. Ahí me compraron mi primer LP (el Thriller de Michael Jackson) y ahí compré también mi primer disco con mi propio dinero (el Soundtrack de La Bamba) y cuando estaba morrito iba a Gigante a comprar mis trompos y yoyos Duncan y agarraba los modelos más chingones y les cambiaba la calcomanía de los precios con las de los más baratos, y todavía más chiquito me gustaba separarme de mis papás para irme a jugar un ratillo con los juguetes y después jugar a encontrar a mis jefes en una especie de misión secreta.

Gigante, más por tu dinero, nunca te olvidaré y que chingue a su madre Wal-Mart que es como el Amierdica de los supermercados.



Total, como dijeron Al Gore y los Mayas, este pinche mundo calaca ya mero se va a acabar, lo bueno es que:


y la cosecha de mujeres, NUNCA SE ACABA...














la cosecha de mujeres, NUNCA SE ACABA...













todo lo demás se acaba, hasta este post

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